jueves, 29 de octubre de 2009

EL PORQUERIZO

Soy un Principe que ando mal de dinero y mi reino es pequeño pero quiero casarme. Se lo pedi a la hija del Emperador, la obsequié con las cosas que tenía más preciadas en mis manos; una rosa tan maravillosa que cualquier persona que la oliese se olvidaría de todas sus penas y preocupaciones. Además de un ruiseñor de cual canto era el más bello de todas las melodías del universo. Se las envié en cajas enoermes de plata, ella se negó a recibirme y rechazo mis obsequios.
Eso me molesto mucho así que decidí idear un plan para colarme en el reino, y fui a pedirle al Emperador trabajo. El me dió el trabajo de Porquerizo del reino por lo que le asignaron un reducido y mísero cuartucho en el sotano junto a los cerdos.
Estube trabajando todo el día para impresionar a las princesa y al llegar la noche elabore un pucherito rodeado de cascabeles que se agitaban cuando se empezaban a cocer y tocaban aquella vieja melodía: ¡ Ay querido Agustín todo tiene su fin!, pero lo que más impresionaba era que cuando ponia el dedo en el vapor se adivinaban todos los manjares que se estaban cocinando en todos los hogares del reino, la princesa al oir la melodía mando a una de sus damas que viniera a preguntar que cuanto pedía por el pucherito, yo le respondí: "que diez besos de la princesa".
La princesa muy indignada acabó aceptando, las damas se puesieron alrededor nuestra y me dio los diez besos y yo a ella el pucherito.
Eso me permitio darme cuenta de como era la princesa, era tan avariciosa que daba cualquier cosa por conseguir lo que quería. Al día siguiente hize una carraca que cuando giraba tocaba todas las danzas conocidas desde que el mundo es mundo.
La princesa volvio a oír lo nuevo que había fabricado y como era tan avariciosa volvio a mandar a otra dama para preguntarme cuanto pedía por la carraca, yo le respondía que cien besos de la princesa, otra vez la princesa acabó aceptando. Con todo ese alboroto, el rey decidió bajar al patio a ver lo que ocurria, al verlo el rey no daba credito a lo que veia y echo a todos del reino.

Llovia y la princesa lloraba por lo que había sucedido y se arrepintió de no haber aceptado a aquel principe . Me escondí detrás de un árbol y me limpié la cara que tenia pintada de negro y los trapos que llevaba como ropa y me vestí como el principe que soy. Le repliqué a la princesa todo lo que había sucedido y entre en mi castillo y le dí con als puertas en las narices. Mientras la princesa se quedó fuera cantando : "¡Ay, querido Agustín todo tiene su fin!" .