martes, 2 de febrero de 2010

EL INFIERNO.

Nunca pensé verme en este lugar, esa es la verdad ¡que nunca lo pensé!, cuando les leía todos aquellos cuentos a los niños enfermos del hospital, sobre el infierno que decían que el infierno no estaba debajo de la tierra lleno de llamas y demonios torturando a todas aquellas almas que durante su vida debieron de haber echo mucho mal para acabar en ese infierno, y en ese mismo infierno es en el que me encuentro yo ahora igual al que definían todos aquellos cuentos en los que el autor parecía que hubiese estado allí y luego relatara su experiencia.


Día a día y durante el resto de la eternidad un demonio se encargaría personalmente de que cada persona que se encontraba en aquel infierno y nunca mejor dicho, supiera tanto y más de lo que esas personas hayan echo sufrir a tantos inocentes haciéndonos ver a cada momento las imágenes de todo el mal que hayamos echo, teniéndonos como esclavos, cargando piedras pesadas de aquí para allá, sin sentido alguno dándonos azotes y patadas incluso cortaban cabezas. Bueno y os preguntareis cual es el motivo por el que me encuentro aquí, y es que yo he sido el culpable de aquel incendio de mediados de diciembre del hospital infantil, yo era el cuidador de todos aquellos niños enfermos, les leía cuentos, los alimentaba, intentaba hacer lo imposible para que los niños se sintieran y se olvidaran de su sufrimiento y que sus últimos días de vida fueran lo más alegre posible. Pero e dejado que mis asuntos personales afectaran a todos aquellos inocentes, prendiéndome fuego en los baños después de recibir una llamada telefónica de la mujer a la que tanto amaba por la que hubiese matado me comunicara que no la volvería a ver más y que se marchaba con otro hombre para nunca volver.


Enloquecí por un momento no pensé en las consecuencias de mi acción solo pensé en poner fin a mi vida que ya no valía nada si ella no estaba a
mi lado y por culpa de ese maldito instante en el perdí la cabeza tengo que pagar el resto de la eternidad por un mal que cometí al no pensar en las consecuencias de mi error.

2 comentarios:

  1. La verdad es que Dios es justiciero de más. ¿Se puede condenar al pobre protagonista, después de una vida dedicada a los niños del hospital, por un daño causado sin intención? ¿No podía el Todopoderoso haber evitado que el fuego se extendiera a todo el hospital? Aunque a lo mejor, su pecado (el del protagonista) es asustar a los niños leyéndoles cuentos terroríficos sobre el infierno.

    Una cuestión sobre la redacción: hay que separar los enunciados con puntos u otros signos que indiquen el final del enunciado. Por ejemplo: "Enloquecí y por un momento no pensé en las consecuencias de mi acción. Sólo pensé en poner fin a mi vida, que no valía nada si ella no estaba a mi lado. Por culpa de ese maldito instante en que perdí la cabeza tengo que pagar el resto de la eternidad."

    Un saludo, Nai.

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  2. Estoy de acuerdo seño merlin , gracias por sus consejos, la proxima historia le gustará más.
    Un saludo

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